Republic of Cuba – Kingdom of Spain, 2008-2013
Ya llevaba casi un año estudiando en Cuba en la Cátedra de Arte de Conducta cuando, cenando en un restaurante para turistas durante una visita de mis padres, observé que la mayoría de las mesas estaban ocupadas por parejas formadas por turistas de avanzada edad y jovencitas cubanas.
Por aquel entonces (2008), la única opción que tenían los cubanos de salir del país legalmente era enamorando a un o una turista y casándose con él o ella. El amor se había convertido en una especie de pasaporte hacia la libertad –o hacia la ilusión de libertad–, enamorar y seducir permitía soñar con una vida mejor, real o no.
Ese mismo día decidí casarme con un cubano para conocer y visibilizar lo que allí estaba pasando, ese intercambio de intereses, ese mercado de sueños, sexo y compañía.
La idea era seguir el mismo patrón. Me casaría con un cubano, le facilitaría los medios para obtener los ansiados papeles y permisos para salir del país a cambio de utilizarlo en una obra de arte. Utilizaría el amor como medio para engañar a la burocracia cubana y española. Así nació el proyecto Ayuda Humanitaria.
Con esa intención convoqué una especie de concurso público en el que me ofrecía como esposa al cubano que me escribiera «la carta de amor más bonita del mundo». Un jurado compuesto por tres prostitutas cubanas se encargaría de elegir a la carta ganadora. Siguiendo las condiciones interesadas que se aplican habitualmente en la «ayuda humanitaria», en las bases exigí al seleccionado estar a mi disposición para cualquier demanda durante el tiempo que durara nuestro matrimonio. Una vez adquirida la nacionalidad, nos divorciaríamos, tal y como dictaban las bases del concurso. En el caso de venta de la obra, haremos repartición de bienes dividiéndonos las ganancias a partes iguales.
Humanitarian Aid
I had been in Cuba for almost a year studying in the Behavior Art School. One night, when my parents and I were having dinner at a tourist restaurant during one of their visits, I observed that most of the tables were occupied by couples made up of middle-aged tourists and Cuban girls.
At the time (2008) the only option Cubans had to leave the country legally was to make a tourist man or woman fall in love with them and marry him or her. Love had become a kind of passport to freedom—or to the illusion of freedom, and winning someone’s heart and seducing them allowed Cubans to dream with a new life, a better—or different—life, regardless of it being real or unreal.
That very day I decided to marry a Cuban man in order to understand and draw attention to what was happening in the country, that exchange of interests, that market of dreams, sex and company.
My plan was to follow the same pattern. I would marry a Cuban man; I would give him the means to obtain the coveted papers and permits to leave the country in exchange of being able to use him in a work of art. I would use love to fool Cuban and Spanish bureaucracy. This is how the project Humanitarian Help was born.
With that in mind, I organised a kind of public open call in which I offered to marry the Cuban man who wrote me “the most beautiful love letter in the world”, offering also to pay for the wedding expenses, his ticket to Spain and all the formalities to obtain Spanish nationality. This offer was aimed at those Cuban men who were interested in emigrating. A jury made up of three Cuban prostitutes would pick the winning letter and, therefore, my future husband. Mirroring the interested conditions that are usually applied in humanitarian aid, I required in the terms that the selected man be at my disposal for any request for the duration of the marriage. Once he acquired the Spanish citizenship, we divorced in accordance with the agreed terms and conditions. In the event that the work is sold, the profits will be shared out in equal parts.
Ayuda Humanitaria (Tráiler)